Zapatos de cuento o sin zapatos no habría cuento.
Cenicienta, cómo no, con su zapato de cristal. El zapato de cuento por excelencia. Toda la historia gira en torno al zapato pequeñito que la misteriosa chica perdió en su huida de palacio, y por el que el príncipe encandilado movilizó a su personal para dar con su propietaria. Porque cuando dieron las doce campanadas el hechizo se perdió y todas las transformaciones volvieron a su estado original, deplorable, por cierto. Todo excepto los zapatos que fueron los únicos que sobrevivieron a la caducidad de la magia del hada madrina. Y es que, ya lo dijo Dumbledore, el profesor de Harry Potter, el amor es la magia más poderosa. Al final todo cuadra: el amor del príncipe por Cenicienta hizo que la magia de los zapatos perdurara (tuvimos que esperar trescientos años a que nos lo aclarara J. K. Rowling) y así los dos enamorados se reencontraron, fueron felices y comieron perdices.
El gato con botas o la historia del astuto gato objeto de herencia que legó un padre a su hijo menor. Los hermanos mayores se llevaron la mayor parte; o eso creímos todos. Porque resultó ser que al pobre chaval, que no tenía un duro, le tocó en herencia un gato que hablaba. Sí señor, el gato hablaba y lo primero que dijo fue que quería unas botas con las que ayudaría a su propietario a mejorar su lastimosa situación. El chico confió en el gato; yo creo que la sorpresa de poder conversar con él no le dejó lugar a la objeción e hizo lo que el gato le pidió. Y gracias a las botas el gato corría sobre sus dos patas traseras más rápido que si hubiera utilizado sus cuatro patas (increíble pero cierto). Aparte de su inteligencia y perspicacia gatunas con las que consiguió engañar a un gigante con poderes mágicos que se podía transformar en animales (el antepasado de los animagos, de Harry Potter, dicho sea de paso. Hay que ver cómo se entrelazan las historias).
Y hasta aquí los dos cuentos más famosos de la historia con los zapatos como protagonistas. Que por cierto, tanto en la mitología como en la vida real el calzado ha sido históricamente determinante en más de una ocasión.
Si sabes algún cuento más te agradezco que me lo anotes en los comentarios y buscamos nuevas conexiones.
Yo soy Gema Vicedo y Ella es Gabriel.
Mika Bu dice
Botas de siete leguas:-)
Gema Vicedo dice
¡¡¡Síííííííííí Mijalina!!! Supergracias, sí señor, las botas de siete leguas en cada paso que Pulgarcito le robó al ogro comeniños. ¡Genial! Enormes gracias amigueta <3