Los zapatos de novia y su extraña inactividad.
Cuando yo me casé me compré unas sandalias de tacón plateadas, no catalogadas como «zapatos de novia», y que amorticé con creces hasta que las tiré absolutamente desgastadas de tanto uso.
Sé que soy excesivamente pragmática y poco tiquismiquis aunque no creo que esto justifique el que no entienda el concepto «zapatos de novia». Se supone que son los zapatos que lleva una chica el día que pasa de ser novia a mujer de alguien (esposa), y que son exclusivos para ese día. ¿Por qué? Tampoco entiendo el sistema del vestido de novia, pero eso es otra cuestión que no me corresponde. Volviendo al tema, ¿zapatos de novia para un día? Por favor, si alguien sabe por qué agradezco me de algún motivo por el que respetar la exclusividad zapatera de un sólo día.
No paro de leer frases de motivacion por ahí, con letras bonitas y colores entusiastas, que se quedan en pura teoría. En general existe muy poco atrevimiento. Y como atrevimiento no me refiero a hacerse de repente activista para defender una idea y quererla implantar a la fuerza. Me refiero al atrevimiento para tener amor propio. Amarse uno mismo es hacer cosas por y para uno mismo, desde dentro hacia fuera. Lo hacemos mal, de fuera a dentro. (Aunque creas que esto no viene a cuento, todo tiene una razón de ser).
Hay que pensar en eso y sacar los zapatos de novia. No, no es banal ni superficial. A lo mejor ha llegado la hora de volver a ponértelos para casarte contigo misma. Y si nunca te has casado antes, hazlo ahora, prométete amarte y serte fiel a tus principios hasta más allá de la muerte. Te lo debes. Salda tu deuda cuanto antes. (Para chico sirve igual).
Yo soy Gema Vicedo y Ella es Gabriel.
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