Zapatos, tu definición general de estilo.
Empieza por una vez a definir tu estilo. Puedes tener 60 años o lo peor, 20, y dejarte llevar por la marea. «¿Por qué te pones pantalones rojos?» «Porque se llevan». ¿Cómo que se llevan? ¿Se llevan quién? ¿Quién eres tú y qué quieres? Defínete, y empieza a definirte por tus zapatos.
No hace falta que te encasilles en un estilo predefinido como moderno, clásico, casual, vintage o cualquier palabrota de esas que van rulando. La clasificación ya te la pondrá quien se dedique a eso.
Partiendo de que:
– no soy estilista, no sé nada de moda ni me interesa, ni de indumentaria, ni idea de combinaciones, soy nefasta acatando normas.
– soy muy poco habladora y consecuentemente muy observadora, y he descubierto que es verdad: Dios está en los detalles.
– somos tremendamente manipulables, de forma muy exagerada, hasta el extremo más inimaginable, de modo que algo impensable, criticado y descartado en poquísimo tiempo se puede convertir en algo indispensable.
Vamos a concentrar todo lo anterior en la famosa frase de Ramón de Campoamor: en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.
Te digo todo esto porque la indumentaria es horrible y «yo eso no me lo pondría nunca» hasta que se lo ves a alguien por la calle, o lo luce una modelo en una pasarela, y ya no te parece tan feo. La próxima expresión es: «Sí, sí, muy bonito pero si me pongo yo eso voy a parecer un cuadro de Picasso».
No te voy a dar la paliza con blabla «debes saber lo que vales» blablabla «la belleza está en el interior» bla… bla… «se estila, si no lo llevas vas a ser la anticuada del barrio» bla… bla… bla… bla…
Sólo te pido una cosa, como inexperta en moda, fan absoluta de Picasso y nulo ejemplo de nada, pero eso sí, despreocupadamente feliz, atrévete a dar un paso bien descarado: cómprate unos zapatos de escándalo y sácalos a pasear. No es por ti, es por ellos. (Esto es como tener un perro. Tú no sacas a pasear a tu perro, tu perro te saca a ti. Puedes verlo como un fastidio o con agradecimiento porque te esté acompañando afuera para despejarte las ideas y desempolvarte un poco, que falta te hace).
Cógete unos zapatos que te entren por el ojo y te pongan cara de loca. Como si fueras a cometer un desvarío por atreverte a ponértelos. Como si estuvieras perpetrando la infracción de tu vida. Unos con los que te sientas lascivamente bien. Unos que cualquiera que te vea diga con envidia palpable: «mira esa, cómo se atreve». Jajaja, ¿te lo imaginas? Porque sí, eres capaz de destruir el asfalto con tus zapatos, créeme.
Así que descárate. Tacones de infarto hasta para ir a Mercadona (mejor ve en horas punta para que te miren «disimuladamente» jajajaja). El resto vendrá solo.
Vive así y muérete de glamour.
Y para ti, chico, hombre (me encanta esta palabra), siente la dureza al caminar con un calzado que te haga honor, siente cómo el poder asciende desde tus pies con esos zapatos rompedores. No me vengas con zapatillas, hombre, no me seas blando.
Ahora que ya tienes lo principal, los zapatos, como persona única e intransferible que eres, ya estás preparada para ELEGIR la ropa, TU ropa según TU estilo, que no es otro que lo que te entre por el ojo y te haga sentir: obscenamente bien.
Yo soy Gema Vicedo y Ella es Gabriel. ♥
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