Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete si quieres: RSS
EL CIELO LLEVA TACONES.
CAPÍTULO 5 – Tino Casal.
Buenos días contentos. Si Cenicienta hubiera conocido a Ella es Gabriel no hubiera perdido su zapato.
─¿Ah, no? Y entonces ¿cómo se supone que la va a encontrar el príncipe? Porque la chavala se larga de palacio aterrorizada, antes de que se esfume el hechizo y el príncipe descubra que no tiene un duro y que todo ese despliegue de lujo es una burda mentira cochina.
─Ay che, qué materialista eres, siempre pensando en el dinero.
─Eh, yo no, el cuento.
─El cuento, el cuento…
¿Qué hubiera pasado entonces? Al final del podcast te lo cuento.
Bienvenidos a El cielo lleva tacones, el podcast donde te cuento historias de personajes genuinos destacados por su glamur. Y digo personajes, no personas, porque cada día, desde que nos levantamos, representamos un papel. Eres libre de elegirlo; no te limites ni te conformes con un personaje que ni a ti te gustaría ver.
La belleza te da belleza, no te da glamur. Crear la incógnita. El misterio, eso es glamur.
– Personaje del día 5: TINO CASAL
Cantante español, nacido el 11 de febrero de 1950, asturiano de Tudela Veguín, su nombre completo: José Celestino Casal Álvarez.
– A los 13 años cantaba en su primer grupo musical Los zafiros negros.
– A los 17 lo ficharon como cantante Los archiduques. Lamento de gaitas.
– Estudió Bellas Artes, aprendiendo pintura y diseño.
– Londres década 70 donde se fraguaba un nuevo estilo de música. En el 75 se lanza a la música (Champú de huevo).
– Cantante melódico (Camilo Sesto, Nino Bravo, Julio Iglesias). Quedó segundo en el festival de la canción de Benidorm en el 78 con «Emborráchate».
– Sintonía de la vuelta ciclista a España del 84: Pánico en el Edén. Giro a cantante pop.
– 1.985 – con 35 años sufrió una necrosis de cadera. Prótesis en la cabeza del fémur, a consecuencia de un esguince mal curado, automedicado, se quedó sin calcio. En silla de ruedas se sumergió en la pintura.
– 1.987, resurgimiento como cantante con Lágrimas de cocodrilo y Embrujada.
Murió con sólo 41 años por accidente de coche el 22 de septiembre de 1.991.
Fue un personaje excéntrico y provocador como pocos. Verlo ya es un espectáculo. En la Movida Madrileña hubo mucha excentricidad, pero la elegancia y el glamur de Casal no lo tuvo nadie. Su atuendo, que puesto en otra persona resultaría penoso, en él cobraba una elegancia y un glamur inusitados. En aquellos tiempos la rebelión que imprimía el hecho de liberación que provocaba la recién inaugurada democracia española hizo que en la mayoría de los artistas la extravagancia resultara ridícula y desconcertante. Sin embargo la extravagancia de Tino Casal era sublime y elegante. Es posible que esa misma ropa en otra persona hubiera resultado totalmente fuera de tono, hortera, cutre y discordante, no obstante Casal formaba un todo, su personalidad, su físico, su porte, su vestimenta, su glamur.
Él se creó a sí mismo, cogiendo influencias de todos los estilos y sintetizándoloas para crear su propio estilo sin necesitar diseñadores externos que velaran por él, por su imagen, por su estética (como cualquier artista que necesita de estilistas, modistas y personal de imagen). Yo me lo guiso, yo me lo como. Así era Tino Casal. El hombre en toda su esencia.
Tino Casal, reinventarse o morir.
Un tipo raro. Polifacético transgresor: pintor, diseñador gráfico, cantante; compositor, productor musical, grafista, estilista, escultor. La quintaesencia del barroquismo, con un estilo único, personal e intransferible. Como él mismo cantaba: buscando provocación.
Exposición del Museo del traje de Madrid en 2017, por el 25 aniversario de su muerte. Todo él es fetichismo. «Tino Casal, el arte por exceso».
«Había que hacerlo muy a lo grande porque a mí me gustan las cosas tamaño grande». El rey de los accesorios: broches, bastones, pendientes, gafas, pañuelos, flecos, collares, tachuelas, brillos, guantes, anillos, cinturones.
Su gran ídolo: David Bowie.
Original. Iba en contra de todo, no se dejaba llevar por la tendencia reinante. Mezclaba todo sin importarle nada. Andrógino a la vez que fuertemente masculino. Los hombres ochenteros repudiaban el pelo en la cara por considerarlo carca; él jugaba con maestría con su bigote y barba. A contracorriente. Inimitable. Era el único. Arrebatadoramente genuino. Especial como ninguno.
Más mayor que los contemporáneos ochenteros, unos 10 años de edad más que la media de músicos de la época. Iba por libre.
«Fui encontrando mi personaje a medida que me soltaba la melena y me crecía el tacón».
Juan Gutiérrez, comisario exposición Tino Casal «El arte por exceso» dice que Tino tenía un poso trágico, atormentado a veces, infeliz en ocasiones. Un hombre religioso que para ir a visitar a sus padres bajaba un tono su extravagancia.
Yo creo que, esos momentos en los que tocas fondo, cuando la sensibilidad es tan fina que casi puedes tocar otros mundos, suelen ser los momentos de más inspiración. Así, tal cual lo siento, tal cual te cuento, tal cual él mismo lo transmitió en su obra plástica y en alguna entrevista.
«La frivolidad puede ser un escudo protector del alma». Tino Casal.
Hasta aquí la historia del personaje nº 5 de El cielo lleva tacones: Tino Casal.
Gracias a la década de los ochenta que nos dio tanto. Y gracias eternas a ti, que me escuchas.
¿Qué hubiera pasado con Cenicienta si hubiera conocido a Ella es Gabriel?
No, si Cenicienta hubiera sabido de los complementos para calzado de Ella es Gabriel, no hubiera perdido un zapato. Sus tacones estarían seguros y bien sujetos en sus delicados y pequeños pies y ella se hubiera sentido una tía tan poderosa que en lugar de huir despavorida,
Cuando empezaron a sonar las campanadas, Cenicienta pensó rápidamente: «mi hada madrina me ha cedido la apariencia de una princesa ricachona con hora de caducidad las 12 de la noche, pero yo sé que los zapatos están al margen de la ley y de ahí viene lo de santa Rita Rita Rita, los zapatos que se dan no se quitan». Entonces, sin importarle ya el vestido ni la efímera corona, se paró en seco en mitad de la escalera y se dio la vuelta repentinamente, encarándose con el príncipe. Púsole una mano sobre el pecho y empujole levemente, haciendo al príncipe sentarse en un peldaño. Cenicienta apoyó un zapato sobre su muslo y le dijo: «príncipe, tócame los tacones».
Muchísimas gracias por escucharme.
Necesitas una cosa básica en la vida para tener glamur: zapatos para triunfar.
Si quieres y prefieres a la versión de la Cenicienta del poderío, entra en gemavicedo.com o ellaesgabriel.es, como prefieras.
Y si quieres y te apetece, quedamos la semana que viene en El cielo lleva tacones con otro personaje glamuroso.
♥
Yo soy Gema Vicedo y Ella es Gabriel. Soy la princesa azul. Buenas noches contentas.