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EL CIELO LLEVA TACONES.
CAPÍTULO 2 – Hedy Lamarr.
Buenos días contentos. Si Cenicienta hubiera conocido a Ella es Gabriel no hubiera perdido su zapato.
¿Quieres decir no habría habido un zapato como pista para encontrarla? ¿Qué hubiera pasado, entonces? Al final del podcast te lo cuento.
Bienvenidos a El cielo lleva tacones, el podcast donde te cuento historias de personajes genuinos destacados por su glamur. Y digo personajes, no personas, porque cada día, desde que nos levantamos, representamos un papel. Eres libre de elegirlo; no te limites ni te conformes con un personaje que ni a ti te gustaría ver.
La belleza te da belleza, no te da glamur. Crear la incógnita. El misterio, eso es glamur.
– Personaje del día 2: Hedy Lamarr.
Conocí a Hedy Lamarr a través de un vídeo de conferencias TED sobre el glamur que impartía Virginia Postrel. (actriz de Hollywood parecida a Ava Gardner)
Decidí investigarla en la Wikipedia y su historia me dejó con los ojos haciendo chiribitas de tan emocionante que es su biografía. Vamos con ella:
Nació en Viena (capital de Austria) el 9 de noviembre de 1914. De familia judía, su nombre verdadero es Hedwig Eva María Kiesler. (Hedwig como la lechuza de Harry Potter).
Físicamente es una belleza morena con el pelo ondulado, típico de las actrices de Hollywood como Marlene Dietrich, Elizabeth Taylor o Marilyn Monroe.
Una persona extraordinariamente inteligente, considerada superdotada por sus profesores. Empezó a estudiar ingeniería pero se lo dejó a los tres años para hacerse actriz de teatro y de cine.
¿Por qué se hizo famosa?
Por ser la primera mujer de la historia que apareció desnuda en una película comercial, «Éxtasis», en 1933.
Un magnate de la industria armamentística la vió en la película y le urgió quedársela para él, por lo que apañó junto con los padres de Hedy su matrimonio en contra de su voluntad. Hedy pasó de ser un espíritu libre que había rodado cinco películas a un espíritu libre encarcelado bajo el control de su posesivo marido de conveniencia. No la dejaba salir de casa y por supuesto la hizo abandonar su carrera como actriz. Sólo se podía bañar o desnudar si él estaba delante. No es extraño que él intentara hacerse con todas las unidades de la película donde su mujer aparecía desnuda (aunque no lo consiguió); la obligaba a acompañarlo a todos los viajes y cenas de negocios. Y es justo en esta última acción, querido, donde cometiste un gravísimo error.
Hedy, al estar encerrada y ya no poder ser actriz, retomó sus estudios de ingeniería en su casa. Su marido, el magnate de las armas, era proveedor de municiones, de aviones de combate y de sistemas de control a Adolf Hitler y Benito Mussolini.
Por lo visto nuestro amigo Friedrich Alexander María Fritz Mandl (el marido) subestimó la inteligencia y perspicacia de su abnegada y bonita mujer.
Hedy siempre tuvo en mente escapar de las garras de su marido Friedrich. Entonces trazó un plan maestro:1- asegurarse su futuro fuera de esa casa: mientras tuviera que aguantar encerrada allí, se formaría más en ingeniería y conseguiría toda la información tecnológica y humana posible a través de su marido y sus contactos; y 2- el plan de fuga: ella sola no se podía escapar, necesitaba contar con la ayuda de alguien que no pudiera fallarle: la persona con la que tenía más contacto, la mujer que vivía con ella su encerramiento, su asistente. Pero Hedy no se podía arriesgar a que ésta la traicionara en algún momento, así que su plan fue más allá: conquistó a su asistente y mantuvo una relación amorosa con ella, de esta manera se aseguraba su confianza.
Y vino el día: tenían que ir a un restaurante a comer, así que Hedy se metería en su bolsito y en bolsillos secretos todas las joyas que podría y más. Una vez en el restaurante se dirigió al baño a empolvarse la nariz, disculpen, y entonces escapó por la ventana, huyendo a París en el automóvil que la esperaba fuera siendo perseguida muy de cerca por los guardaespaldas de su marido. En París los despistó y se embarcó a Londres.
En Londres, casualidades de la vida, o consecuencias del refrán: a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, o que era más lista que el hambre, conoció a Mayer, el tercero de la Metro Goldwyn Mayer. Se entera que se iba a Nueva York y ella vende sus joyas y se embarca en el mismo barco que él. Y baja del barco en un nuevo país, con un contrato de siete años de la Metro bajo el brazo y un nuevo nombre que le puso Mayer: Hedy Lamarr.
Rodó alrededor de treinta películas hasta el año 1958
Después Hedy se fue al gobierno de los Estados Unidos y ofreció toda la información que había absorbido en las cenas de trabajo con su marido y se puso a trabajar con los aliados para derrotar a Hitler, desarrollando nuevas tecnologías militares. Ella sabía que los gobiernos se resistían a fabricar misiles teledirigidos, por si los enemigos los interceptaban y los interferían retornándolos en su propia contra. Entonces Hedy se inventó y patentó un Sistema de comunicación secreta junto con el pianista y compositor George Antheil: la primera versión del espectro ensanchado que permitía comunicaciones inalámbricas de larga distancia, el actual WIFI.
Hedy Lamarr, excepcionalmente glamurosa, definió el glamur de la siguiente manera: «Cualquiera puede parecer glamuroso. Lo único que hay que hacer es compartir y parecer estúpido».
Y eso es precisamente lo que pensaba su marido, que su mujer era estúpida. Al final resultó ser él el estúpido, por creer que tenía el control sobre ella, por dejarse engañar por el personaje que ella había elegido representar para alcanzar su objetivo: escapar de él.
Eso, ese engaño, esa representación magistral, esa actuación con inteligencia, es glamur.
Hasta aquí la historia del personaje nº 2 de El cielo lleva tacones: Hedy Lamarr.
Gracias a Virginia Postrel por hablar de ella en su vídeo GLAMUR
Y supergracias eternas a Margarita que me dijo: si Cenicienta hubiera conocido a Ella es Gabriel no hubiera perdido el zapato.
¿Qué hubiera pasado con Cenicienta si hubiera conocido a Ella es Gabriel?
No, si Cenicienta hubiera sabido de los complementos para calzado de Ella es Gabriel, no hubiera perdido el zapato. Sus tacones estarían seguros y bien sujetos en sus delicados y pequeños pies y ella se hubiera sentido una tía tan poderosa que en lugar de huir despavorida, imagina…
Cenicienta se esconde detrás de uno de los anchos pilares del salón de baile y el príncipe, desconcertado ante su repentina ausencia, se acerca buscándola en la penumbra. Entonces ella con una mano se levanta la formidable falda de su mágico vestido dejando una pierna al descubierto, y con la otra mano, coge la del príncipe y la coloca sobre su muslo. El sorprendido príncipe se endurece ante semejante poderío y enardecido por la pasión y el corazón a mil se acerca a su boca…
Muchísimas gracias por escucharme.
Necesitas una cosa básica en la vida para tener glamur: zapatos para triunfar.
Si quieres y prefieres a la versión de la Cenicienta del poderío, entra en ellaesgabriel.es.
Si quieres escribirme dirígete a ellaesgabriel.es/contacto
Y si quieres y te apetece, quedamos la semana que viene en El cielo lleva tacones con otro personaje glamuroso.
Yo soy Gema Vicedo y Ella es Gabriel. Buenas noches contentas. ♥☺