¿Que los zapatos de boda son incómodos? No existe explicación más barata.
Esto necesita urgente aclaración. Para empezar te diré que es la mentira más gorda que he oído en mi vida, la aplicación del viejo truco: echarle la culpa a los zapatos para no asumir la propia irresponsabilidad. Te explico:
Es incompatible querer hacer todas estas cosas a la vez; no puedes pretender:
- Caminar todos los días con birrias zapateras blandas y/o planas (mujeres) o con birrias zapateras blandas (hombres, que tampoco se eximen de estos abusos).
- Aspirar a ir de fil de vint (de categoría) un día de boda, de repente, sin previo aviso a tus pies.
- No tener la preparación adecuada.
- Queriendo caminar obligando a tus pies y consecuentemente al resto de tu cuerpo a una readaptación brusca; maltrato más bien, diría yo.
- Querer vestirse de glamour 1 de 365 días y que tus pies aguanten tu capricho.
- Indignarse con los zapatos porque la culpa es suya, por supuesto, no tuya, que te comportas como una persona inconsciente y consentida.
Esto es como querer ir a las olimpiadas sin haber levantado el culo del sofá en toda tu vida y sorprenderse de que a los cinco segundos ni tus pulmones ni tus piernas den para más. Seguro que la culpa es del aire que te satura y de las deportivas que no tienen los muelles adecuados para impulsarte.
Acéptalo:
Uno mismo reconoce que un día de boda es un día de glamour. Te sientes una persona especial y extraordinaria. ¿Por qué te autolimitas a que te inviten a un evento para darte el permiso de vestirte y sobre todo, calzarte con glamour y sentirte una estrella? A mí me apetece ser extraordinaria todos los días del año, los 365 días del año quiero que me miren y digan: «chica, qué zapatos llevas, ni que te fueras a una boda». (Porque sí, lo determinante son los zapatos, no la ropa). No, no me voy a una boda, me voy a Mercadona a comprar chocolate. ¿Acaso la ocasión no lo requiere? La ocasión es siempre la que uno quiera, y yo quiero que el chocolate sea mi ocasión especial para llevar mis zapatos de boda. ¿Quieres tú?
Saca tus zapatos de boda a pasear y que te miren con ojos babeantes, sólo por eso ya vale la pena. ¡Viva el glamour! Siempre.
Yo soy Gema Vicedo y Ella es Gabriel.
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