SURGIMIENTO DEL CALZADO. PARA LO BUENO Y PARA LO MALO.
El calzado surge como una protección del pie ante las irregularidades del terreno montañoso y de su vegetación, ante el contacto del frío en las heladas y ante las altísimas temperaturas del desierto.
La construcción del calzado empieza realizándose desde la planta hacia arriba, es decir, colocando la planta del pie sobre cortezas de árboles, hojas o pieles de animales y sujetando esta base atándola sobre los dedos, empeine, tobillo o pierna.
Al principio de los tiempos las materias empleadas en la confección de los zapatos eran las que se encontraban en la naturaleza. Después se fueron refinando y especializando hasta crear auténticas obras maestras combinando diversos materiales, formas, colores y añadiendo adornos y nuevos sistemas de sujeción. El calzado ya no sólo era usado como elemento funcional. Se convirtió en un símbolo de clase, de distinción, de poder.
En contraposición al calzado como elemento facilitador de la vida, la utilización de éste ha supuesto en algunas épocas y zonas del planeta un elemento de tortura:
– En la China de Confucio, medio siglo a. C. las mujeres eran obligadas a no dejar crecer sus pies vendándolos, para poder lucir unos zapatitos en forma de capullo de flor de loto. La deformación de los huesos era terriblemente dolorosa e imposibilitaba la función de estabilidad y sustento del cuerpo. Los pies debían ser aproximadamente un tercio de su dimensión normal porque se consideraban así más elegantes y sensuales. Una aberrante tradición que fue prohibida en 1949, dos mil años más tarde.
– Las mujeres de la corte francesa del siglo XVIII caminaban sobre unos zapatos de una estrechez tan extrema que debían servirse de bastones para ayudarse a desplazarse mínimamente.
– Las clases altas de la Edad Media despreciaban el gusto por «lo nuevo», por lo que los sirvientes debían calzarse los zapatos a estrenar para desgastarlos y ensancharlos.
– Los nazis castigaban a los oficiales alemanes culpables en consejo de guerra a ablandar y desgastar miles de pares de botas que más tarde utilizarían los soldados, evitándoles así dolor y sufrimiento sobreañadido en el campo de batalla.
Se conservan diferentes calzados de todas las épocas prácticamente, bien físicos, bien en pinturas o esculturas, que iremos viendo en esta Editorial de Formación Histórica. No obstante no hay registro del calzado femenino de las mujeres persas (zona de Irán), ya que las mujeres eran obligadas a permanecer ocultas salvo para sus maridos e hijos. Sigue esta nefasta costumbre anuladora de las mujeres cuya evolución en dos mil años de historia ha sido cero.
Los datos y curiosidades que te voy a exponer en esta línea editorial pertenecen en su mayoría al libro «Historia del calzado» de Pilar Cintora. Aprovecho para agradecer en este artículo a la persona anónima que puso el libro a la venta y que yo pude adquirir de segunda mano, ya que está descatalogado.
Muchísimas gracias por tu atención.
Yo soy Gema Vicedo y Ella es Gabriel.
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