Cuentos infantiles

Advertencia:

Antes de continuar, aquí se venden Libros Libres.

Libres de Modernor y de manipulaciones contemporáneas.

Sin ideología de género.

Nací en los 70, de modo que las estupideces que están implantando a la Borregor a mí no me afectan. Nada de arrobas, ni x, ni todos y todas, ni amigues.

Este es un Espacio libre de violencias gramaticales (y otros odios colaterales).

Aunque seas del progrerío patrio quizás esta página sea para ti, porque los libros son neutrales y no pretenden adoctrinar a tus hijos tratando a las niñas de inútiles y a los niños de opresores.

Si aborreces igual que yo esta corriente absurda y malvada y tienes miedo por lo que puedan leer tus hijos, estate tranquilo.

Mis libros son
libros de alma libre, de niño.

Libros disponibles

Recién salidos del horno, blandos y listos para su consumo.

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Gema Vicedo Ramón

Gema Vicedo Ramón

Hacedora de historias

A veces las cosas surgen a partir de una idea pero otras comienzan con un acto sin premeditar.

Eso fue lo que pasó con mi primer libro «Buenas noches contentas». Empezó algunos años antes de su publicación en una mañana de agosto ensordecedora de grillos acalorados; una captura con el móvil; su publicación en Instagram; un texto a pie de foto que no venía a cuento: la descripción de dos compinches ─una hormiga y una cigarra─ en su reunión nocturna relajada después de una jornada agotadora. Coincidían en que el amor las había dejado tocadas y se purificaban ambas burlándose de este devastador sentimiento. Pasó el tiempo, pasaron cosas. Y hubo un día en que yo estaba muy mal anímicamente. Lo peliculero es irte al bar a emborracharte y brindar por aquella mujer (hombre, en mi caso), así que hice lo que se hace en el mundo real: abrir un documento de Word y teclear la conversación que años antes estaban teniendo la hormiga y la cigarra. ¿A santo de qué resurgieron las dos de las teclas? Ni idea, ni me acordaba de ellas. Pero ahí estaban. Yo iba leyendo conforme aparecían las palabras en la pantalla, me sorprendía, me entristecía, me reía y me reconfortaba. Así me curé de aquel mal de amor. Y al final, no sé cómo, pim pam, libro que te crió. ¡Con ilustraciones y todo! ¿Qué te ha parecido el tinglado? Jajaja 😀

Los objetivos se tuercen pero aún así, hay que salir siempre de puerto, como Colón.

Gema Vicedo Ramón